Atormentado
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- trauma
Letra
De niño siempre fui un chico raro
ahora con veinte soy un hombre atormentado,
que pesado es cargar con el pasado
hay heridas que sanan y otras se acaban pudriendo.Ay, si mi entorno supiera lo que siento
ay, si mi familia conociese lo que escribo
ay, si lo supiese el enemigo
ya tendría un par de ordenes de alejamiento.Los buenos crímenes se traman en silencio
pero los mas horribles acaban creando monstruos,
porque los segundos dan lugar a los primeros
pero esta sociedad nunca se culpa de sus actos.Pocos saben de lo que hablo
solo yo sé por lo que he pasado
solo yo sé lo que estoy pasando
como quistes dentro mío están las cosas que me guardo.Solo soy feliz en sueños
cuando despierto sigo dentro de este cuerpo de enfermo,
ya aprendí a sobrellevar las pesadillas
y a controlar ciertas situaciones oníricas.Pero cuando mis ojos se abren, cierran el cielo
aún no sé qué es lo que me incita a seguir vivo,
he reflexionado mucho sobre el asunto
y la vida me parece igual de absurda que el suicidio.No queda otra que seguir con este circo
con la sonrisa de payaso impostada,
conozco esta ansiedad tan de cerca
que he visto las partículas del miedo en su mirada.No sé porque el espejo me lo reflejaba
si voy cabizbajo es por el peso de mis traumas,
solo relajo mi trastorno con alcohol
voy atener que salir de casa con una petaca.O con un AK
o con un AK
con un AK
o con un AK
o con un AK
o con un AK...
Análisis Lírico
Solitario refuerza la figura del joven que carga con un pasado indecible y se sabe vigilado por su propio silencio. Describe cómo la familia y el entorno desconocen los crímenes que fermentan en su cabeza, retomando la idea ya presente en 2015 de que la sociedad produce al monstruo y luego finge inocencia. El poema arranca con esa confesión para situarnos en la intimidad de un sujeto que trama a puerta cerrada el modo de sobrevivir al peso del trauma.
En esta obra, Solitario habita un cuerpo enfermo, lleno de quistes simbólicos, que solo se emancipa durante los sueños. Al despertar, el cielo se clausura y la vida vuelve a parecer tan absurda como el suicidio, por eso seguir con "este circo" exige una sonrisa impostada y la contemplación microscópica del miedo propio. La ansiedad se materializa en el espejo, en la postura cabizbaja y en la dependencia del alcohol como sedante provisional.
La petaca y el AK forman una dupla que ya asomaba en piezas como "Tanto" (2017) y que aquí sintetiza dos caminos igualmente desesperados como son adormecer la mente o detonar el entorno. Solitario reconoce que su trastorno solo se relaja con la embriaguez, pero la opción bélica permanece al alcance de la mano, recordando la amenaza latente que recorre su obra desde los años oscuros de 2016.
La obra prolonga la decapitación del pasado, si previamente destruía su yo anterior ahora evidencia el vacío que quedó tras esa ruptura con un presente sin refugios salvo los sueños, donde la lucidez no concede paz. El poema confirma su evolución hacia un nihilismo íntimo, menos declamatorio y más introspectivo, resultado de la misma madurez amarga que lo apartó de cualquier búsqueda de redención.