Demencia

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Letra

Estoy cansado de vivir de este modo
las cosas no parecen cambiar nunca,
intento darle un margen de descanso al folio
pero este martirio mental me suscita.

Y vuelvo a rellenar los márgenes
por no acabar con ellos y por no matarme,
escribo esto como puedo mientras tiemblo
a causa de este pánico y esta ansiedad constante.

Y mi vida se para, pero la tierra gira
me refugio en mi cuarto y cierro las ventanas,
prefiero pudrirme aquí encerrado
antes que ser parte de esa sociedad podrida.

Siempre fui el rarito de la clase
ahora soy un loco que deambula por la calle
Y mañana quién sabe
si puedo ser autor de la peor de las masacres.

A ver quién tiene el valor de reírse
el día que mi paciencia toque el límite,
tiran la piedra y esconden la mano
pero hoy soy quien soy por lo que me hicisteis.

Y aunque no tenga el valor de quitarme la vida
decrece cada día el valor de la misma,
los problemas que arrastro son una carga
y de tanto peso me hice un pesimista.

Siempre fui rechazado por los demás
lo siento mamá, nunca fui un chaval normal,
ahora siento un rechazo que me invade
hacia este mundo que le debo mi demencia.

Sé que un día mis obras trascenderán
que haré historia cuando ya sea historia
pero esa mierda me suda la polla
porque a los muertos no les sirven las coronas.

Hace un tiempo ya que no salgo de casa
a veces me obligo, casi nunca es por placer
la calle está contaminada de caras falsas
ocultadas tras sonrisas que te mienten.

Y mi vida se para, pero la tierra gira
me refugio en mi cuarto y cierro las ventanas,
prefiero pudrirme aquí encerrado
antes que ser parte de esa sociedad podrida.

Y mi vida se para, pero la tierra gira
me refugio en mi cuarto y cierro las ventanas,
prefiero pudrirme aquí encerrado
antes que ser parte de esa sociedad podrida.

Análisis Lírico

En esta obra, Solitario da un paso más en su descenso controlado hacia la locura. Lo que antes era miedo, culpa o ansiedad, se convierte ahora en un diagnóstico poético de sí mismo. La letra muestra el resultado de años de encierro emocional y social, consecuencia directa del dolor acumulado que ya se manifestaba en obras previas. Si en 2016 buscaba aún una salida mediante el esfuerzo o la introspección, en este punto del 2017 esa esperanza se ha disuelto y la demencia es ahora una identidad asumida, una herencia impuesta por un entorno hostil.

El tema abre con una confesión de agotamiento ("estoy cansado de vivir de este modo") que actúa como preludio de la resignación. La repetición del encierro, el temblor, el pánico y la ansiedad conforman una imagen claustrofóbica del yo, que se observa a sí mismo como un ser enfermo atrapado entre la vida y la parálisis. Esa conciencia de enfermedad no es autocompasiva, sino crítica y se dirige contra una sociedad que fabrica marginados y luego los señala. En ese contexto, Solitario se autodefine como "el rarito de la clase" convertido en "loco que deambula por la calle", imagen que condensa una evolución biográfica y simbólica, mutando de víctima a espectro social.

El verso "soy quien soy por lo que me hicisteis" es uno de los más reveladores de su carrera, pues cierra un ciclo iniciado años atrás, donde la causa de su sufrimiento se atribuía al destino o a la propia mente. Aquí, el origen del dolor se externaliza y el enemigo ya no está solo dentro, sino fuera. Esta inversión es fundamental en la narrativa de Solitario, que pasa de la autodestrucción introspectiva a una visión más social del malestar, como si su locura fuese el espejo de una sociedad enferma.

La obra mantiene el tono trágico característico. Solitario sigue atrapado en su cuarto, consciente de que ese encierro lo consume, pero incapaz de enfrentarse al exterior. La idea de la "sociedad podrida" no solo denuncia al entorno, sino que también justifica su aislamiento, que ya no es mera fobia, sino un acto de rebeldía silenciosa. En esa paradoja (pudrirse para no pudrirse) se encierra el dilema central del artista.

Al final de la obra con la repetición del estribillo, suena como un mantra resignado, una letanía que confirma que su vida se ha detenido mientras el mundo sigue girando. Sin embargo, incluso en la quietud y el encierro, Solitario escribe como su demencia se vuelve verbo y su enfermedad en poesía. De ese modo, la obra marca su evolución artística con la aceptación definitiva del dolor como esencia de su identidad, y la constatación de que la locura no lo destruye, sino que lo define.