Inmoral
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Letra
Que yo no soy un jodido depresivo
es la puta situación que me ha tocado,
mierda solo apta para trastornados
enfermando a mentes de oyentes en un mundo enfermo.Vuelve tus ojos hacia Dios y no hacía esto
pues los mismos se fatigan de mantenerlos abiertos,
la decisión no es fácil pero es tuya
¿verdad o mentira? ¿depresión o alegría?Tu eliges el sabor de la pastilla
ninguna de las dos va a curarte,
la vida eterna es una ilusión percibida
quien muere no se marcha pues no va a ninguna parte.Viven tranquilos pensando que son eternos
esquivando la mirada del gran agujero negro,
buscando la segunda oportunidad de otra vida
para en ella hacer las cosas que esta no le permitía.Tus lecciones de moral no me afectan
cuestionas la mía porque pone en cuestión la tuya,
es mucho más sencillo seguir la recta
vidas complicadas fruto de mentes complejas.Exprimo aquí mi zumo de demencia
no te das cuenta ¿eh?, no te das cuenta
de que la aversión que siento hacia esta sociedad de mierda
es mucho más racional de lo que piensas.Yo no quiero una novia quiero una puta
que me la chupe que a mi el amor me la chupa,
la vida es absurda, como sus valores de mierda
quieren juzgar el bien y el mal.¿A qué coño juegan?
que ahora creen ser los dioses que crearon
¿a qué coño están jugando?
si a los labios que traducen la verdad se les tacha de paganos.Dios me ama pero yo lo odio
así de irrecíproco es aveces el amor.Tú Dios me ama pero yo lo odio
así de irrecíproco es aveces el amor.
Análisis Lírico
En esta obra Solitario se distancia explícitamente de la narrativa de víctima depresiva que había permeado sus letras anteriores. Si en poemas como "Desesperanza" o "Marcha fúnebre" su dolor se presentaba como un estado íntimo, en este el foco se desplaza y no es él quien está enfermo, sino el mundo. Esta inversión revela un giro en su discurso, que ya se insinuaba en 2016 con piezas como "Ni olvido ni perdón", donde empezaba a rechazar la moral convencional y a reclamar su propia autenticidad frente al juicio ajeno. Aquí ese rechazo se vuelve total, apuntando tanto a la religión como a la sociedad, a las nociones heredadas de bien y mal, y a la hipocresía de quienes le cuestionan.
El cierre sobre Dios que lo ama mientras él lo odia funciona como síntesis de su relación con la espiritualidad, un vínculo irrecíproco, contradictorio y cargado de resentimiento. En contraste con canciones previas donde la muerte era alivio o renacimiento simbólico, aquí la muerte se describe como vacío al afirmar que "quien muere no se marcha pues no va a ninguna parte". Esta visión reafirma su nihilismo y desmantela cualquier expectativa de salvación posterior.
La elección de un lenguaje grosero y explícito, como la frase "yo no quiero una novia quiero una puta", intensifica su ruptura con las convenciones y remite a obras anteriores como "Dentro de mí" o "Arteterapia de psiquiátrico", donde mezclaba deseo sexual, agresividad y sinceridad cruda para sacudir al oyente. Solitario asume su "zumos de demencia" como catarsis consciente, defendiendo que su aversión a la sociedad es racional, no patológica. Este punto lo diferencia de su yo de 2015 y 2016, que todavía dudaba de su cordura y se debatía entre culpa y deseo de redención.
En esta obra hay una marcada evolución: de la autodestrucción introspectiva pasa a una postura más desafiante y militante, en la que la crítica a la moral y a la religión se convierte en reafirmación de identidad. Su nihilismo no es solo desesperanza, sino un modo de declarar independencia frente a normas ajenas.