Un suspiro
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Letra
No me calmo ni con novecientas tilas
voy a tener que inyectármelas,
un día de estos saltare por la ventana
y si no me salen alas me saldrá masa encefálica.Le tengo tanto miedo a la muerte
y sin embargo a veces me convierto en un suicida,
a veces me gustaría marcharme
y otras veces aprecio tanto la vida.Porque esta existencia duele
y a la vez duele y alivia imaginar que ya no exista,
es que la vida tiene un punto y final
esa es la verdad y ese es mi punto de vista.Vamos a ser realistas
solo hay una en la que muero día a día,
es una pena que tu cielo sea mentira, ahora dime
¿de qué cojones sirvió ser buena persona?Ahora es cuando llega el incomodo momento
de poner en la balanza lo dado y lo recibido,
ahora es cuando llega el incomodo momento
de darse cuenta de que las cuentas no han salido.Y se talla otra lágrima en mi epitafio
han cortado el tallo de mis sueños
¿o he sido yo mismo? la verdad ni me acuerdo
al fin y al cabo somos lo que nos han hecho.Evita que cuchillo me acaricie la garganta
no vaya ha ser que me enamore de su tacto
y quiera que me bese tanto, que me bese tanto
que escriba mi última linea antes de tiempo.Mientras dure será duro, lo sabemos
dicen que no hay mal que dure más de cien años,
probablemente mi conciencia dure menos
la vida es un suspiro que me paso suspirando.
Análisis Lírico
Mostrando con crudeza la ambivalencia que ya se vislumbraba en su trayectoria previa. Si en textos como "Nacer para morir" o "Muerte dulce" se debatía entre la tentación del suicidio y el deseo de dejar huella, aquí aparece un tono más cansado, casi cíclico donde confiesa que teme la muerte pero a la vez se acerca a ella, que ama la vida y al mismo tiempo fantasea con su final. Esta contradicción se expone sin adornos, con imágenes explícitas que evocan el límite entre la vida y la autodestrucción.
El cuestionamiento ético ("¿de qué cojones sirvió ser buena persona?") refleja un desencanto profundo con las promesas de justicia, divinidad y moral, tema ya presente en obras anteriores pero aquí expresado con mayor resignación que rabia. También se observa un desplazamiento donde la violencia que en años previos se dirigía hacia otros ahora aparece interiorizada, convertida en cuchillo que acaricia la garganta, en lágrimas que se tallan en epitafios, en sueños cortados de raíz.
Solitario continúa su autoanálisis del tiempo, reconoce la vida como un "suspiro" y su paso por ella como un acto de "suspirar", enlazando con la fugacidad planteada en "Efímera" y "Lucidez". Sin embargo, lo que antes era un lamento juvenil ahora suena a constatación adulta de un desgaste irreversible. Esta canción funciona como una síntesis de su evolución, menos agresiva que "Me cago en vuestros muertos" pero más sombría y resignada, esta obra es un momento de parada, de mirar la balanza de lo vivido y admitir que las cuentas no salen. Con ello, Solitario confirma que su escritura sigue siendo su epitafio en vida, un registro consciente de su lucha entre miedo, vida y muerte.