Desastre

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Letra

Los motivos que me quedan para vivir son escasos
veinticuatro horas en casa imaginando
cómo sería mi vida si no tuviera la mente podrida
y el subconsciente se callara por un rato.

Tristes ilusiones de un alma perdida
veinte años enfermo sufriendo por mi pérdida,
la mente abierta porque así están mis heridas
vacío por dentro, rellenando la libreta.

Y ahora no soy más que un loco exegeta
relatando versos, descosiendo la boca de mi demencia,
ojalá fuese un buen escritor y no un mal vividor
y todo fuese mentira.

Pero mira, por desgracia no sé hacer películas
aunque este texto sería un buen guion de una,
para terror psicológico, el que sufre mi cabeza
dame medios y se suicida hasta el guionista.

Quisiera poder volar lejos como un ave
pero tengo más veneno dentro que seis mil serpientes,
quizás sea que la naturaleza es sabia
y para evitar desgracias ninguna chica me bese.

Me cago en los muertos de esta puta suerte
para estar medio muerto, mátame y ahórrame el trámite,
vergüenza me daría ser creyente
yo sí que estoy en la cruz y no me reza nadie.

Pensé en el suicidio buscando un escape
y entre tanto hijo de puta vivo ¿por qué iba a matarme?
el odio me dio motivos y me los quitó
y ahora tengo mil motivos para hacer una masacre.

Saca de mi pituitaria este olor acre
y cámbialo por un perfume de mujer,
es tan grande el vacío que tengo dentro
que puedes sentir vértigo con solo acercarte.

Sácame del desastre,
explícame eso del calor ajeno
o el único calor corporal que conoceré
será el del cuerpo de mis enemigos ardiendo.

Sácame del desastre,
explícame eso del calor ajeno
o el único calor corporal que conoceré
será el del cuerpo de mis enemigos ardiendo.

Sácame del desastre,
explícame eso del calor ajeno
o el único calor corporal que conoceré
será el del cuerpo de mis enemigos ardiendo.

Sácame del desastre,
explícame eso del calor ajeno
o el único calor corporal que conoceré
será el del cuerpo de mis enemigos ardiendo.

Análisis Lírico

Esta obra funciona como una cristalización (quizá más brutal) de preocupaciones que ya venían marcando su obra. Desde los primeros textos documentados en 2014, la escritura aparece como refugio frente a una vida que siente incompleta y condenada. La muerte y el deseo de acabar con el propio sufrimiento son imágenes recurrentes que se reiteran con variantes formales y simbólicas.

Aquí Solitario no sólo contempla la muerte o la venganza como ideas más bien las personifica y las verbaliza con imágenes físicas (veneno, pituitaria, serpientes) que convierten el interior en campo de batalla. La libreta y la boca descosida son metáforas de la pulsión productiva y autodestructiva, escribir es abrir la herida y, al mismo tiempo, intentar suturarla con palabras. El estribillo, que pide ser sacado del desastre y reclama "el calor ajeno", pone en primer plano la contradicción entre necesidad afectiva y la incapacidad de acceder a ella sin que transforme el deseo en amenaza.

En relación con su evolución, la obra muestra a un Solitario que conserva la honestidad cruenta de sus primeros textos pero añade una teatralidad más violenta ya que no basta con lamentar la ausencia de amor, la solución imaginada es extrema (suicidio, masacre) y la retórica lo subraya con repeticiones que funcionan como mantras obsesivos. El tono alterna lo confesional con el himno agresivo, lo que refuerza la sensación de un artista que registra su propio colapso como materia primera de creación.

Confirma la constante de la transformación del dolor en obra y la ambivalencia moral que esto implica. Es un poema que documenta un momento de intensidad máxima y sitúa al autor en la senda de quien utiliza la violencia imaginada como lenguaje para nombrar una soledad extrema. Esta continuidad con sus piezas anteriores (escritura-salvación, ideación suicida, fantasías de venganza) permite leer esta obra como un eslabón radical dentro de una evolución lírica coherente y dolorosamente persistente.