En deuda
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Letra
"Ojalá las cosas cambiasen un día de estos", pienso
mientras la vida rápidamente se va lento,
no sabía cómo explicar esto que siento dentro
si después de tantos textos aún no he dicho nada.Aunque peor es el silencio que callaba
un suspiro mío son como cien mil de tus palabras,
quisiera volar y dejar a tras todo este odio pero
prefiero mis cuernos de demonio a las plumadas.Que ya fui ángel en su día y caí del cielo
ahora quiero vеngarme de todos aquellos quе pusieron
su granito de arena para sepultar mi cuerpo a muerte,
con todo aquel que me hizo ser un muerto.Lo siento, yo no disfruto haciendo daño
es solo que no me gusta estar debiendo nada a nadie
y siento que estoy en deuda con vosotros
por el odio que donasteis y ahora pienso devolverlo.Y solo cuando gane la guerra estaremos en paz,
tengo tantas deudas que no sé por quién empezar a pagar,
pero soy un tipo generoso
y pienso devolveros con creces vuestra maldad.Aunque solo sea el reflejo de la vuestra en realidad
porque todo me iba mal cuando era buena persona,
ahora le declaro el amor eterno a este odio
y a los sentimientos negativos que me han alumbrado
y han iluminado mi camino haciéndolo algo más ameno,
sé que no hay cura más allá de conocerme a mí mismo,
por ello le tiendo la mano al miedo
y le propongo que dominemos el mundo.Por ello le tiendo la mano al miedo.
Que dominemos el mundo.
A los sentimientos negativos que me han alumbrado.
Que dominemos el mundo.Por ello le tiendo la mano al miedo.
Que dominemos el mundo.
Sé que no hay cura más allá de conocerme a mí mismo.
Que dominemos el mundo.Por ello le tiendo la mano al miedo.
Análisis Lírico
En esta obra Solitario registra un estado de ánimo marcado por la contabilidad afectiva, su vida se siente acelerada y lenta a la vez, como si el paso del tiempo exacerbara la acumulación de agravios. El poema comienza en la reflexión íntima con el deseo de cambio y la incapacidad de articularlo, y avanza hacia una confesión explícita de transformación moral. Reconoce haber sido ángel, esa caída se convierte en la experiencia fundante que legitima ahora la venganza.
A partir de esa doble cronología con un pasado virtuoso y un presente en deuda, el discurso articula una lógica retributiva: no se busca disfrutar del daño, sino saldar una obligación con la maldad recibida. Esa obligación no es contable en términos económicos sino éticos ya que la deuda es afecto alterado, contrato roto que exige restitución. Sorprende la inversión retórica mediante la cual Solitario declara generosidad en su revancha: promete devolver con creces la maldad, lo que configura la violencia como virtud instrumental.
El poema no cae en la simple apología del resentimiento si no que sitúa la raíz de la curación en el autoconocimiento. No obstante, ese conocerse a si mismo no implica reparación amable, sino la alianza deliberada con los afectos negativos. La mano tendida al miedo y la propuesta de "dominar el mundo" funcionan como figura culminante, el miedo y el odio dejan de ser reacciones pasivas y se convierten en principios organizadores de la acción. El cierre, repetitivo y casi litúrgico, refuerza la decisión y transforma la amenaza en programa.
Solitario narra aquí un tránsito de víctima a agente, la impotencia inicial se transforma en proyecto de poder revestido de racionalidad moral. La obra registra con frialdad clínica la construcción de una identidad que permite, y justifica, la retribución, mientras mantiene una veta reflexiva que recuerda que la única "cura"posible, según el propio hablante, es el conocimiento de sí mismo.