Hasta que la muerte me separe

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Letra

Mi mundo arde, como cadáveres,
sintiendo en mis carnes deseos carnales,
esta imaginación se evade
pero mi cuerpo sigue dentro de esta cárcel.

Llegaremos a buen puerto aunque sea buceando
porque hace tiempo que se hundió este barco,
perdóname a mí mismo si no llego
si no emprendo el vuelo matare a todos los pájaros.

Tengo еn mis manos vuestras vidas
ya que no puedo con la mía,
quе si hace falta os arranco la cara
y me coso con una cuchara vuestra sonrisa.

Sentimientos bipolares, subo y bajo
aunque nunca llego demasiado alto,
el cielo en el infierno se ve rojo
como mis ojos cuando no me calmo.

Lo que daría por ser normal
no es normal ni tan siquiera,
aunque esas vidas no valgan ni la mitad
de lo que vale una vida hasta arriba de problemas.

Una vida sin estrenar,
un cumplimiento de condena,
estoy casado con la desdicha
hasta que la muerte me separe de la pena.

Me asusta pensar lo que pienso,
este descontrol no me gusta,
solo sé que si algún día llego al cielo
esa noche las estrellas serán de cinco puntas.

Otra noche en la cama
pensando en muñecas de porcelana,
dormiré creyendo que no estoy solo
de todos modos ya despertaré mañana.

Y si no despierto ¿qué más da?
menos trabajo para el psiquiatra,
me pregunto si mi vida cambiará,
y si sigo vivo es solo para ver qué pasa.

Solo para ver qué pasa
a sabiendas de que nada cambia,
pero si la felicidad no existe
aún me queda la venganza.

Lo que daría por ser normal
no es normal ni tan siquiera,
aunque esas vidas no valgan ni la mitad
de lo que vale una vida hasta arriba de problemas.

Una vida sin estrenar,
un cumplimiento de condena,
estoy casado con la desdicha
hasta que la muerte me separe de la pena.

Hasta que la muerte me separe de la pena,
hasta que la muerte me separe de la pena,
hasta que la muerte me separe de la pena,
hasta que la muerte me separe de la pena.

Análisis Lírico

En esta obra Solitario registra un estado vital en declive donde lo simbólico y lo visceral se entrelazan hasta confundir la voluntad. Abre con una imagen cataclísmica ("mi mundo arde") que establece el tono, no se trata sólo de dolor interior, sino de una combustión que consume entorno y cuerpo. La metáfora marítima del barco hundido y del "llegar a buen puerto buceando" expresa un intento de supervivencia torpe y tardío, sabe que la navegación ha fracasado, y aun así formaliza la promesa de continuar, aunque sea desde el fondo.

La cárcel del propio cuerpo y la posesión de "vuestras vidas" revelan una mezcla peligrosa de impotencia y control, incapaz de sostener su vida, Solitario fantasea con arrancar rostros y coser sonrisas, imágenes que traducen la violencia en clave de desesperación y manipulación. La repetición de la conjunción matrimonial con la pena ("estoy casado con la desdicha" hasta la muerte) convierte el sufrimiento en un destino ritualizado, en una relación duradera cuya ruptura parece inalcanzable.

Articula oscilaciones intensas entre "sentimientos bipolares, subo y bajo" no es sólo confesión clínica, sino representación del vaivén entre esperanza y violencia contenida. La búsqueda de normalidad aparece como deseo recurrente y frustrado, con el anhelo por "ser normal" ostenta la paradoja de no reconocerse siquiera esa normalidad. El insomnio y las visiones (muñecas de porcelana, estrellas de cinco puntas) añaden la capa onírica que confirma la pérdida de anclaje en la realidad y una estética que roza lo siniestro.

Por último, la resignación activa: vivir "solo para ver qué pasa" y la aceptación ambivalente de la propia supervivencia muestran una voluntad pasiva que se protege con la rabia, la venganza como recurso último si la felicidad resulta inalcanzable. Solitario traza un diario íntimo de derrota y resistencia, derrota por la crudeza de la experiencia y resistencia porque, aun casado con la pena, persiste la capacidad de relatarlo y nombrarlo.