Ánima
- Fecha de Publicación
- Etiquetas
- alienacion
- fingimiento
- hostilidad
Letra
Tengo miedo de mirarme en los espejos,
he mirado a mis ojos y pensé que me caía
por el profundo de esos huecos.Será que tengo el alma vacía
y no puedo vendérsela al diablo
¿cómo voy a hacer tratos conmigo mismo?
para ello debería de estar loco
como cuando me inventé aquellos amigos.Estás en mi contra si no estás conmigo
no hay hueco para neutralidades en la guerra,
y yo que ando enfrentado con el mundo
si no los odias a todos tе quiero fuera.Te quiеro fuera de mi vida,
te quiero fuera de esta muerte,
te quiero fuera de esta vida
te quiero fuera, vete.Estás en mi contra si no estás conmigo
no hay hueco para neutralidades en la guerra,
y yo que ando enfrentado con el mundo
si no los odias a todos tе quiero fuera.Estás en mi contra si no estás conmigo
no hay hueco para neutralidades en la guerra,
y yo que ando enfrentado con el mundo
si no los odias a todos tе quiero fuera.Llego a casa vomitando por los nervios
luego dejo la careta en el perchero,
los síntomas van por dentro
estoy loco pero no lo saben ellos.Si tuviera que matar a todos los hijos de puta
que me han jodido la vida no podría,
necesitaría vivir por la eternidad
y aun así no habría tiempo para tantas vidas.Voy a tatuarme una sonrisa
para que mi madre me vea feliz,
para que el espejo me autoengañe
para no tenerla que fingir.Moriré pensando en todo lo que no he hecho
de momento viviré estando jodido,
con un pie en el nicho
y el otro en el cuello del enemigo.Te quiеro fuera de mi vida,
te quiero fuera de esta muerte,
te quiero fuera de esta vida
te quiero fuera, vete.Te quiеro fuera de mi vida,
te quiero fuera de esta muerte,
te quiero fuera de esta vida
te quiero fuera, vete.Te quiеro fuera de mi vida,
te quiero fuera de esta muerte,
te quiero fuera de esta vida
te quiero fuera, vete.No hay hueco para neutralidades en la guerra...
Análisis Lírico
Narra un monólogo íntimo donde la imagen del espejo actúa como detonante del diagnóstico, mirarse equivale a comprobar la ausencia de alma. Desde ese vacío nace la imposición de una guerra moral (no hay neutralidades) que obliga a polarizar afectos y enemistades. El estribillo se repite como fórmula de purga para expulsar presencias que confirman la soledad y la violencia interior.
Solitario alterna entre confesión y representación. Por una parte registra síntomas somáticos de la angustia (vómitos, dejar la careta en el perchero), por otra planifica el artificio necesario para sostener las apariencias (tatúarse una sonrisa para la madre, autoengaño frente al espejo). Esa doble dinámica revela la paradoja del que vive "jodido": no desea ya la vida plena, pero tampoco puede consumar la aniquilación que imagina.
La obra culmina en una aceptación amarga: la vida transcurre con un pie en la muerte y otro aferrado a la confrontación. La hostilidad se mantiene tanto como mecanismo de defensa como como condena. Solitario emplea la repetición y la imagen corporal para ligar lo social (la guerra contra otros) con lo íntimo (el vacío del alma), construyendo así una confesión que funciona a la vez como denuncia y como supervivencia.