Pánico
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Letra
Esto va al borde del brote psicótico,
este viaje me ha llevado demasiado lejos,
¿a quien cojones se le ocurre tomar nada
con todos los problemas de ansiedad que tengo?Las drogas déjalas para el que sea feliz
a mí no me mola amplificar nada de dentro,
si ni drogándome consigo sonreír
no hago más que abrir portales a este infierno.Mamá te quiero nunca te lo he dicho,
me duele la parte de arriba del cerebro,
siento que las neuronas se me están friendo,
dile a papá que también le quiero.Aunque nunca lo haya dicho,
aunque no lo esté diciendo
soy un puto cobarde y me cuesta expresar mis sentimientos,
me cuesta vivir, por eso siempre me hago el muerto.Lo he visto todo claro en aquel pozo oscuro,
voy a echarle un par de huevos te lo juro,
que tengo ganas de comerme el mundo
empezar a tener logros, vivir y todo eso.Lo veo lejano,
pero si hace falta acerco las galaxias a mi páramo,
tengo que apartar el miedo de mi lado
antes de que mi otro lado me acabe dominando.(Me acabe dominando, me acabe dominando...)
Tengo que relajarme o algo, tío,
tirarle al deporte o algo,
Necesito calmar esta ansiedad.
¡Puta!Pero si hace falta acerco las galaxias a mi páramo,
tengo que apartar el miedo de mi lado
antes de que mi otro lado me acabe dominando.¡Me cago en vuestros putos muertos!
¡Maricones!
Análisis Lírico
Solitario registra un momento límite en su Obra, la letra abre desde la proximidad de un brote psicótico y la conciencia lúcida de que las sustancias solo agravarían su sufrimiento. Esa distancia respecto a las drogas no es neutral sino ética y práctica ya que reconoce que el enmascaramiento químico no le devuelve la sonrisa y solo "abre portales" a su infierno interior.
La obra contiene dos polos emocionales que la articulan como testimonio íntimo. Por un lado, la voz vulnerable (con la confesión de cariño a la madre y al padre, la dificultad para expresar afecto) muestra a un sujeto que dialoga consigo mismo y con su historia familiar. Por otro, la autocrítica y la rabia (autocalificativos como "puto cobarde") manifiestan la tensión entre autocondenarse y exigir cambio.
Esa tensión desemboca en una resolución práctica y casi prosaica con la promesa de "echarle un par de huevos", buscar el deporte y apartar el miedo antes de ser dominado por su "otro lado". Así, la obra avanza como un breve proceso de emergencia psicológica que no se queda en la catarsis si no que culmina en voluntad de tratamiento activo, aunque aún frágil, y en la coexistencia de esperanza y furia.
Esta obra funciona como una anotación de crisis que registra dolor, amor filiado y una decisión inicial de autocuidado, es un esbozo de recuperación que mantiene su aspereza verbal pero también una dirección clara hacia la búsqueda de recursos y cambios concretos.