Silencio

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Letra

Amo la noche porque todos callan,
me gusta que respeten mi minuto de silencio,
aunque grite de dolor en cada frase,
como presenciando una masacre que aún no he hecho...

Se ha llevado tantas alegrías el tiempo...
que solo me quedan cosas malas dentro,
hace varias pesadillas que no duermo,
y lo siento, por no darme la vida que merezco.

Cómo ha cambiado todo para mal tan rápido,
si existe un dios, juro por Dios que lo mato,
y si no la pagaré con vosotros,
sé que no tenéis la culpa, pero yo tampoco...

Podría ser tan bonita esta vida...
pero es negra, como los ojos que la miran,
podría ser todo de otro modo,
pero no hay modo de que todo así sea...

Esto va por las lágrimas que derramé,
y por las que van a caer mañana...
si escribo es porque tengo muchas cosas que callé,
y si amo la noche es porque todos callan...

Esto va por las lágrimas que derramé,
y por las que van a caer mañana...
si escribo es porque tengo muchas cosas que callé,
y si amo la noche es porque todos callan...

Amo la noche porque todos callan,
odio los días, me despiertan para nada,
esto va por si amanece mañana,
y si mañana no amanece me la suda...

Escribo bajo la lucidez de esta sombra,
desde la oscuridad se ven las cosas más claras,
cuando la luz reina todo se nubla,
y es mejor ver poco que quedarse sin ver nada...

Sácame las tarántulas de la cabeza,
han vuelto a tejer redes de conciencia,
estoy exacerbando mi locura,
consolidando estructuras de demencia...

Sácame las tarántulas de la cabeza,
han vuelto a tejer redes de conciencia,
estoy exacerbando mi locura,
consolidando estructuras de demencia...

Esto va por las lágrimas que derramé,
y por las que van a caer mañana...
si escribo es porque tengo muchas cosas que callé,
y si amo la noche es porque todos callan...

Esto va por las lágrimas que derramé,
y por las que van a caer mañana...
si escribo es porque tengo muchas cosas que callé,
y si amo la noche es porque todos callan...

Análisis Lírico

La obra es un episodio íntimo de desolación donde la noche opera como único espacio habilitado para la verdad personal. El poema abre con la preferencia por la noche como preservadora de un "minuto de silencio" y ese silencio no es mera ausencia de ruido, sino la condición que permite a Solitario confesar heridas que el día impide mostrar. La recurrencia de las lágrimas, las ya derramadas y las previstas, organiza el discurso en torno a una temporalidad dolorosa con un pasado que pesa y futuro cuya llegada es indiferente o amenazante.

El aliento hostil dirigido a la divinidad y la disposición a cargar con la violencia muestran una furia que no es performativa sino exasperada, que no se trata de un acto preciso sino de una sentencia sobre la inutilidad de la existencia y la injusticia del sufrimiento. Desde allí, las imágenes de tarántulas que tejen "redes de conciencia" traduce la sensación de pensamientos que se consolidan y multiplican, frenando cualquier espacio de alivio.

A nivel formal, Solitario contrasta nuevamente luz y sombra como ámbitos de percepción: la oscuridad aporta lucidez, la luz pública desdibuja. Ese contraste funciona como eje moral y perceptivo al afirmar que la noche no solo oculta sino que revela. El poema, en su tono confesional, registra una progresión hacia la aceptación del propio estado y deja una marca de vulnerabilidad hostil que constituye la voz continua de Solitario en este momento de su trayectoria.