Energía negativa

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Letra

¿Veo positividad o qué maricona?
te regalo mi vida y se feliz si tienes polla,
los tacho a la mierda para la boca de las mariposas,
déjale a mis moscas que se la coman.

O que me la coma todo el que se oponga,
poneros a la cola tengo cola para todas,
mi arte es una mierda que reflejo en vuestras caras
de zorras malparidas que llevan una vida resuelta.

La sonrisa está enfadada con mi cara,
hace tiempo ya que no se hablan,
no se dirigen la palabra,
como yo a ciertas guarras,
no las saludo ni con una carta bomba.

Que coma la sangre de sobra,
no me llegan ni a las suelas esas zorras de poca monta,
no me hacen ni sombra, y ojalá la hicieran,
seria de gran ayuda ya que canto desde ella.

El odio me da alas, el amor me las corta,
lo primero hace que escriba, lo segundo no me aporta,
aparta, así les vaya muy mal en la vida,
casi la mitad de como a mi me va ahora.

Esa mierda vuestra apesta,
tiene que ser la hostia que solo te escuchen tus colegas,
las de pollas que os coméis entre vosotros
para las pocas visitas que tenéis creo que no renta.

Ni familiares ni amigos saben que escribo
el cien por ciento de mi fama me la debo a mi mismo,
si algún día triunfo lo disfrutaré yo solo
que los problemas me los trago yo solito.

Hay dos clases de persona, yo soy la tercera,
se ha roto el molde primo otro como yo no queda,
te lo juro por mis muertos que se mueran,
si no me suicide fue porque pienso hacer historia.

A las malas o a las buenas,
vomito la masacre, mastico la tragedia,
mi tarta de cumpleaños tiene veinte velas negras
y no estáis invitados al funeral.

Estoy jodido y pienso joderos,
mis dos huevos pasados por el tintero son mi sello,
con la madera de este crucifijo pienso hacer hogueras
para quemar en ellas a esos cerdos.

Ser vuestra pesadilla es mi sueño,
uno de tantos de los que tengo,
que se me hizo tarde para ser feliz
pero para odiaros tengo mucho tiempo.

Levantó de sus tumbas a los muertos,
tengo el club de fans más grande del cementerio,
el más pequeño de la tierra,
daré un concierto el día en que me muera.

El día que me muera, loco, puta,
chúpame la polla, el día que me muera.

Análisis Lírico

Solitario traza con crudeza su postura vital, no es la confesión de una herida que busca consuelo, sino la afirmación hostil de quien se reconoce irreconciliable con el mundo. La letra capta una escalada emocional que va desde el rechazo directo (insultos y descalificaciones constantes) hasta la formulación de un proyecto identitario basado en la soledad y la violencia simbólica.

La voz poética se construye como figura de antagonista absoluto que desprecia a familiares y seguidores, reclama la totalidad de su fama como fruto exclusivamente propio y, al mismo tiempo, ensaya fantasías funerarias donde la muerte personal se convierte en núcleo de su reconocimiento (club de fans del cementerio, concierto el día de su muerte). Ese traslado del deseo de éxito hacia la dimensión póstuma revela la tensión central sobre querer historia y notoriedad, pero desde la posición invulnerable de quien no necesita a nadie para disfrutarla.

Imágenes rituales (velas negras, crucifijo transformado en leña, hogueras) y la recurrencia de metáforas bélicas subrayan la teatralidad del odio, no solo es despecho, es un acto de hostilidad. La sexualización de los insultos funciona aquí menos como erotismo que como arma despersonalizadora, destinada a desautorizar y humillar a los otros mientras refuerza la propia identidad del narrador.

En términos evolutivos, la obra representa un paso hacia la radicalización de la autonomía, si en otros momentos la voz sufría o lamentaba, aquí decide convertir el resentimiento en sello ("mis dos huevos... son mi sello") y proyectarlo como una obra en sí misma. Esa conversión del sufrimiento en marca personal y la insistencia en la soledad como condición para disfrutar cualquier triunfo configuran un diario emocional de quien ya no aspira a curación, sino a permanencia simbólica por medio de la hostilidad y la muerte.

Esta obra confirma a Solitario como un poeta que trabaja la angulación nihilista de su experiencia cuyo progreso no es hacia la redención sino hacia la codificación pública del rencor como argumento estético y testamento identitario.