Decadencia
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Letra
Os cortaba la cabeza a todos,
manipulaba la espada hasta quedarme yo solo,
al fin y al cabo siempre he estado solo,
y los que estaban a mi lado se cuentan con una mano
con los dedos amputados.A mí ya no me jode nadie,
y el que lo hace le saldrá caro,
tarde o temprano, tarde o temprano...
tarde para escribir, temprano para odiar...Como témpanos de hielo
cayendo en picado sobre mi cráneo,
recuerdo anécdotas de antaño, difusas,
como cuadros de acuarela carbonizados,
apenas tengo imágenes de mi pasado,
me lo he pasado entero dentro de este puto antro,
puedo ver volando por el techo los fantasmas de los sueños que murieron en mi cuarto...Me están amedrentando,
mi miedo es muy distinto a ese que sentís vosotros,
os asustan las caras de los monstruos,
a mí me da pavor el tiempo aunque no tenga rostro,
se lo lleva todo en su insondable saco,
el día que me meta dentro ya no salgo...
quizás ya estaba dentro en esos momentos
en los que no salí a la calle durante años.La vida me jodió sin tener yo culpa,
y aún sigo pagando las facturas,
al próximo que diga no sé qué mierda del karma
le clavo los dedos en el cuello y le saco la tráquea,
que a mí me sale el corazón por la boca,
como un aborto atado al cordón umbilical,
agarrado a mis arterias cuelga,
y si no miro de reojo abajo no me doy ni cuenta...No me doy ni cuenta,
es tan paulatina la decadencia...
que si la lucidez no llega la inercia se me lleva,
y no me doy ni cuenta...No me doy ni cuenta,
es tan paulatina la decadencia...
que si la lucidez no llega la inercia se me lleva,
y no me doy ni cuenta...Y es que apenas me percato,
de que ya no es una mierda en el zapato,
ahora es la piscina en la que floto,
y cuando sean mares sufriréis mi maremoto.Repartiré todo el odio recibido,
soy la cabalgata del rey podrido,
aquí no se reparten caramelos,
se reparten granadas de mano al rojo vivo...Ojalá hiciera canciones de amor...
como esos maricones asquerosos,
pero solo hablo de lo que he vivido,
y no he conocido más que rechazo...Ojalá hiciera canciones de amor...
como esos maricones asquerosos,
pero solo hablo de lo que he vivido,
y no he conocido más que rechazo...Ojalá que escribiera de alegría,
pero esa sonrisa no está en mi rostro...
solo porto una careta exterior,
para no daros explicaciones de lo que siento...Ojalá que escribiera de alegría,
pero esa sonrisa no está en mi rostro...
solo porto una careta exterior,
para no daros explicaciones de lo que siento...Y todos siguen creyendo que soy feliz,
y yo sigo sabiendo que no lo soy...
y todos siguen creyendo que soy feliz,
y yo sigo sabiendo que no lo soy...
y todos siguen creyendo que soy feliz,
y yo sigo sabiendo que no lo soy...
y todos siguen creyendo que soy feliz,
y yo sigo sabiendo que no lo soy...
Análisis Lírico
Con tono confesional y áspero narra la progresiva descomposición de su mundo interior. El poema comienza con una metáfora de conquista y exterminio que revela una soledad asumida como fuerza, se presenta como único superviviente y por una voluntad de venganza que actúa como defensa. A partir de ahí se despliega la conciencia del tiempo como depredador sin rostro que lo vacía, sus recuerdos aparecen difusos, las imágenes del pasado se consumen como acuarelas carbonizadas y la vida se convierte en un antro donde mueren los sueños.
La declinación no es súbita sino paulatina, el estribillo "No me doy ni cuenta" funciona como autodiagnóstico de una decadencia que avanza por inercia hasta transformar una molestia en océano. La escritura exhibe también una cólera explícita y corporal, con amenazas e imágenes de desangramiento, que compensa el sentimiento de impotencia frente a la injusticia sufrida. Paralelamente, el texto muestra una contradicción íntima: el deseo de crear canciones de amor frente a la incapacidad real para ello, lo que produce la máscara social que oculta el sufrimiento.
El cierre del tema enfatiza la discrepancia entre la apariencia y la experiencia con la repetición de que los demás creen en su felicidad subraya la soledad esencial. La obra funciona como un diario de degradación emocional, con registro de rencor, pérdida y simulacro, y como una confesión sobre la dificultad de transformar el propio dolor en lenguaje distinto al del rencor y la ruptura.