Abismo
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Letra
Hoy escribo sin motivos aparentes,
pero la apariencia no es de fiar,
es dolosa y cínica,
por si mañana no alcanzara el tiempo lleno la libreta...Soy un pintor sombrío de letras,
un exegeta que relata mierdas,
no soy más que un eremita,
y no tengo más funciones en esta vida.Nacer para sufrir, y morir más tarde,
estoy quemando todos los papeles
que perdí hace tiempo,
los ha traído de vuelta el viento envueltos en papel de braille.He cambiado tanto en tan poco tiempo,
que no sé quién me mira en el espejo...
pero tiene ojos de loco,
y solo cuando estamos los dos solos me mira como vacío...Como quien mira un precipicio,
qué profundo es el abismo de uno mismo,
me perdí en esos ojos, que eran míos,
y ahora ando sumido en este frío laberinto...A falta de otros en los que perderme,
a falta de calor inexistente,
a falta del amor que nunca tuve,
el odio que supure sale de forma inconsciente.De tener fobia social a ser antisocial,
de querer matarme a querer matar,
de que me diera miedo todo,
a tener miedo de mi forma de pensar...De tener fobia social a ser antisocial,
de querer matarme a querer matar,
de que me diera miedo todo,
a tener miedo de mi forma de pensar...Dejé los estudios por problemas,
qué coño, dejé la vida entera,
no seré ingeniero por lo que parece,
he visto calaveras en los posos del café,
y esta vez no es del sucedáneo,
bebo del amargo, pa' acondicionar el trago,
para que no me sepa raro,
a lo malo, malo, ya estoy acostumbrado.Soy un presidiario de mi mente,
quizá por eso nunca entré en la cárcel,
debo de tener pintada en la frente
la palabra represión con indeleble.Vivo de recuerdos que en su día no viví,
y los recuerdo con impotencia cristalina,
el fuego de este infierno
y el frío de este corazón de hielo conforman mi vida tibia...Mi barco yace hundido en la desidia,
y no hay quien lo saque a rastras, los lastres se hacinan,
solo hay desilusiones de plomizo,
la piel como un erizo al retratar mi propia vida...Mi barco yace hundido en la desidia,
y no hay quien lo saque a rastras, los lastres se hacinan,
solo hay desilusiones de plomizo,
la piel como un erizo al retratar mi propia vida...De tener fobia social a ser antisocial,
de querer matarme a querer matar,
de que me diera miedo todo,
a tener miedo de mi forma de pensar...De tener fobia social a ser antisocial,
de querer matarme a querer matar,
de que me diera miedo todo,
a tener miedo de mi forma de pensar...¡Loco! Solitario, yo'
la piel como un erizo al retratar mi propia vida...
la piel como un erizo al retratar mi propia vida...
Análisis Lírico
Esta obra podría leerse como el apunte sincopado de una noche larga en el yo habla sin motivos aparentes pero con una honradez brutal sobre su declive interior. Desde el primer verso se sitúa la apariencia como traicionera y el acto de llenar la libreta se presenta como una urgencia ritual frente a la posibilidad de que el tiempo se agote. Se autodefine como pintor sombrío y exegeta de "mierdas", una metáfora que concentra la autocrítica y la distancia irónica con la propia obra.
Traza una curva de transformación psicológica. Contempla su reflejo, y reconoce en él unos ojos de loco y, como quien mira un precipicio, se pierde en ese abismo propio. Ese vértigo deviene el proceso de la fobia social a la antisocialidad, del deseo de ser arruinado por sí mismo al impulso de dañar al otro, la tensión entre suicidio e impulso homicida funciona aquí como un termómetro del colapso moral y afectivo.
Las imágenes materiales refuerzan la melancolía: papeles quemados, braille traído por el viento, posos de café con calaveras. Todo ello articula una memoria que no fue vivida y sin embargo gobierna la conducta con un vivir de recuerdos ajenos que otorga impotencia. El barco hundido en la desidia y los lastres que no se pueden arrastrar son figuras precisas de la inercia existencial que condena al sujeto a una "vida tibia", a un corazón de hielo.
Solitario admite la renuncia a proyectos (los estudios, la vida "entera") y exhibe la condición de prisionero mental con la represión escrita en la frente, la piel erizada al retratar la propia vida. El cierre retorna en estribillos que funcionan como insistencia obsesiva, dicha repetición no parece solo lírica, si no síntoma de un pensamiento que da vueltas en círculo. Esta obra no ofrece consuelo ni solución, más bien documenta con fría precisión testimonial la deriva de un sujeto que se observa desintegrarse y lo escribe como acto de supervivencia y condena simultáneas.