No me alivia

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Análisis

Solitario alcanza uno de los puntos más intensos de su búsqueda existencial, donde la escritura se revela no como redención, sino como una herida que sangra sin sanar. El tema se abre con un recordatorio de lo efímero: todo se acaba, y la única respuesta posible es disfrutar lo poco que queda. Sin embargo, lejos de una aceptación serena, se impone la amargura ante una vida que parece negarle las oportunidades que otros recibieron sin esfuerzo.

El autor se observa en el espejo, consciente de su madurez forzada y de una identidad marcada por la exclusión. La figura de Caronte, símbolo del tránsito hacia la muerte, reaparece como metáfora del viaje sin rumbo, mientras que el rechazo de Dios a la "oveja negra" refuerza el sentimiento de marginación espiritual y social.

La escritura se convierte en válvula de escape, pero también en tortura al decir "si no escribo lloro, si lo hago sangro". Escribir es arrancarse espinas que duelen tanto como lanzas, en un intento desesperado de alivio que nunca llega. La repetición obsesiva del estribillo subraya esa impotencia: la palabra no calma, solo prolonga la herida.

En este punto de su evolución, Solitario demuestra una madurez artística oscura y lúcida. Ya no habla del simple deseo de huida o del desconcierto juvenil, sino de una confrontación directa con lo sagrado, lo humano y lo propio. La claridad que halla en la oscuridad simboliza su decisión de mirar de frente aquello que otros evitan, aunque el precio sea vivir en constante desgarro.

Letra

"Se acaba, pronto desaparecerá.
Lo sé.
¿Qué hacemos?
Disfrutarlo."

La vida es una hija de la gran puta...
se me va a la otra punta,
las oportunidades que otros recibieron
no las vi venir aquí ni tan siquiera de lejos.

Ya no soy un niño, ni quiero serlo,
supongo que soy eso que hay en el espejo,
parece encerrado en su reflejo,
parezco ser yo mismo por mis ojos.

Recojo mis enseres del infierno,
marcho sin rumbo buscando el rumbo al cielo,
sacando cubos de lava para que
no se hunda la barca de Caronte durante el tránsito.

Exegeta de versos que compongo
en lo que llego al destino, pues el camino será largo,
yo no creo en Dios ni en pastores,
pues Dios excluyó a la oveja negra del rebaño.

Si no escribo lloro, si lo hago sangro,
libreta llena, corazón bombeando oxígeno,
no sé de qué están hablando,
las voces de fuera de mis oídos no las oigo.

Estoy leyendo la biblia al revés,
seis seis seis seis,
el de arriba me maldice, sabe que voy a por él,
le va a tocar arrodillarse...

Muerto el perro empezó la rabia,
vivo un destierro desde mi uso de conciencia,
el mundo no está hecho a medida de los genios,
faltos de ingenio y sobrantes de ignorancia...

Les aplastaré con mi fragancia,
desde la oscuridad veo las cosas más claras,
a veces tanta luz te ciega...
mejor ver poco que quedarse sin ver nada.

Si todos somos iguales será por fuera,
ábreme en canal, vas a ver la diferencia,
el día que lo hagas no encontrarás nada,
hasta la última gota de sangre transformada el letra.

Con un dolor de cabeza de mil pares de cojones,
y siguen bajando los reglones,
el dolor no va a hacer que deje de escribir,
me sangra el alma, y por eso escribo canciones...

Como sacándome espinitas
del diámetro de lanzas...
y ni siquiera eso me alivia...
y ni siquiera eso me calma....

Como sacándome espinitas
del diámetro de lanzas...
y ni siquiera eso me alivia...
y ni siquiera eso me calma....

Como sacándome espinitas
del diámetro de lanzas...
y ni siquiera eso me alivia...
y ni siquiera eso me calma....

Como sacándome espinitas
del diámetro de lanzas...
y ni siquiera eso me alivia...
y ni siquiera eso me calma....