Reminiscencia

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Análisis

Solitario continúa su exploración de la vida como una carga que se enfrenta mejor escribiendo que cediendo a la muerte. Aquí, la palabra escrita funciona como salvación precaria al decir "soy escritor para evitar ser un suicida", confiesa, dejando ver que la creación es la última barrera frente al abismo. El tono es sombrío, dominado por la certeza de que la alegría le es ajena y de que el tiempo, lejos de curar, solo persigue y acosa con recuerdos dolorosos.

El poema desarrolla un contraste constante entre el deseo de volar y la imposibilidad de hacerlo. La imagen del tren hacia las estrellas simboliza la aspiración de escapar de la pesadumbre terrenal, pero rápidamente reconoce que esas estrellas le son inalcanzables. La conciencia del paso acelerado del tiempo, en contraste con la lentitud de las penurias, refleja una visión existencialista en la que la vida se reduce a soportar la desproporción entre sueños y realidad.

Se reconoce cada vez más perturbado, cargado de odio y con un insomnio que lo obliga a escribir aun cuando el cansancio lo vence. El cierre, con el lema "cantando desde las sombras", reafirma la identidad de Solitario como un narrador oscuro de su propia experiencia vital, alguien que encuentra en la música el medio para dejar testimonio de su dolor.

La obra se sitúa en un punto de maduración con casi con diecinueve años, Solitario mantiene firme su carácter introspectivo y pesimista, pero también más consciente de su rol como artista. La memoria, el paso del tiempo y la impotencia frente a la vida se erigen como pilares de una etapa marcada por la lucidez amarga y la voluntad de resistir escribiendo.

Letra

Soy escritor para evitar ser un suicida,
soy un muerto que está contando su vida,
en este mundo tengo muy pocas cosas,
te aseguro que ninguna de ellas se llama alegría.

Dame un punto de partida pa' iniciar la despedida,
dame alas para que apague estas llamas al batirlas,
que luego saldré volando,
tan rápido como quien pretende escapar de algo.

Me persigue el tiempo, los recuerdos,
la mierda de vida que llevo, y esa que no tengo,
estoy llenando mi imaginación de besos,
y aún así no contraresto los bocados que me llevo.

Tengo algo que me arde, como si bailara el fuego,
cuando la ira se desate no habrá que quemar mi cuerpo,
pero trae antorchas de sobra,
que a más de una de esas zorras me las llevo.

Qué puta es la vida, y qué rápido pasa,
con lo lento que se viven las penurias,
me sobran los complejos, no la pasta,
no me hacen falta alabanzas para que me suba.

Más bien necesito que se suba ella,
para que se me bajen todas las penas,
dame un billete pa' ese tren:
ese que lleva a las estrellas...

A las que nunca llegaré por lo que parece,
casi diecinueve y sigo en mis trece, (en mi trece)
con un sabor a mala suerte que me amarga,
no soy un arma, y sin embargo el diablo me carga.

Estoy más loco cada día, lo admito,
tengo los ojos pegados, y aún así escribo,
y si tengo más odio que sueño:
no me acostaré mientras quede mierda dentro...

¿Para qué cerrar los ojos?
si se me abren los recuerdos...
me voy a quedar con las ganas
de no pensar en nada cada vez que me acuesto

¿Para qué seguir soñando?
si la vida no es un sueño...
el tiempo pasa volando,
y yo sigo intentando cogerle el vuelo...

Puta... cogerle el vuelo, cogerle el vuelo.
Solitario 2015, ya saben lo que viene ahora:
Cantando desde las sombras.