Nacer para morir

Portada de Nacer para morir
Fecha de Publicación
Etiquetas
  • suicidio
  • muerte
  • religión
Recursos externos

Análisis

Con apenas dieciocho años declara sentirse atrapado entre la promesa de la vida y la inminencia de la muerte, un dilema que lo acompaña como sombra inseparable. La obra refleja una carga insoportable: las alas que deberían darle libertad se convierten en peso, y la felicidad aparece como una quimera siempre distante.

La presencia de la Parca, descrita con ironía como trabajadora infalible, intensifica el tono lúgubre del poema. La idea de la muerte como un visitante cotidiano se convierte en metáfora de la angustia persistente. Sin embargo, pese a las fantasías suicidas, la voz lírica reconoce la contradicción: la vida misma es un lento método de suicidio.

El texto está atravesado por la tensión entre rendirse y resistir. Solitario admite que todavía se siente demasiado joven para morir, que algo lo retiene, aunque solo sea la necesidad de aprender a vivir. Su aprendizaje, no obstante, es áspero: en la "academia de la vida" solo parece aprobar la muerte, como si la experiencia vital no fuera más que preparación para lo inevitable.

Frente a obras anteriores, donde dominaban la confusión y el desencanto, aquí se percibe un grado mayor de claridad: la conciencia del tiempo, la certeza de que cada segundo lo acerca al final. La escritura se convierte en su modo de justicia, en reparación por todas las palabras que calló. No solo plasma su dolor, sino también el germen de su resiliencia.

Esta obra revela una madurez que contrasta con su corta edad. Es un retrato íntimo de la adolescencia enfrentada a la muerte como horizonte, pero también el testimonio de alguien que, pese a todo, sigue buscando sentido en cada verso escrito.

Letra

Dieciocho años a la espalda,
córtame estas alas si no son mas que una carga,
cuando el diablo toque la corneta
habrá que salir por patas tras la última nota.

Su aburrimiento ahora es lo único que nos salva,
y estos sentimientos la expresión de su maldad,
¿y ahora con qué hilo voy a coser mi alma?
este corazón ya no aguanta otro parche más.

Vivo en una eterna infelicidad,
vivo sin vivir, ¿O acaso esto esto es vida?
no lo daría por no estar,
lo que daría por volver al punto de partida
por regresar al principio donde el final empieza,
nacer para morir, o dejar mi huella,
aunque con vivir yo me conformo,
si eso fuera todo, no tendría problemas.

Insistente en mi ventana está la muerte,
tirándome piedras, gritando "Quiero verte..."
la Parca nunca falta a su trabajo,
supongo que le gusta, nunca le he preguntado...
hay cosas que es mejor callárselas,
las verdades no se dicen en privado,
y las mentiras a la cara,
ya tengo el revólver, me faltan las balas...
me faltan las balas... me faltan las balas...
me faltan las balas...

Apuntar y disparar sería sencillo,
tirar la toalla y tirar de gatillo,
para qué gastar dinero en una soga
si la vida es el mejor método de suicidio.

Tan lenta y dolorosa como lo sea tu pena,
en la barca de Caronte el silencio es el que rema,
nunca escucharás mis alegrías,
no me cuentes tus problemas.

Si callas no otorgas, tragas tus palabras,
lo que el viento se llevó el cielo se lo guarda,
en el almacén de los ángeles caídos
que han sobrevivido a esta vida amarga.

El camino es tan angosto que se ha hecho filo,
y no es una cuerda floja, ahora es un cuchillo,
hago justicia a las palabras que callé
los días de ayer por cada tema que escribo.

Por lo menos estoy aprendiendo a vivir,
en la academia de la vida solo apruebo la muerte,
me veo demasiado joven para morir,
tendré que recuperar antes de Septiembre.

Antes de que el reloj de arena suene
con el sonido del último grano al caer y me despierte,
solo entonces lo sabré al cien por cien,
la vida se me fue,
y ya no habrá quien me despierte...